Experiencias
Ya no recuerdo bien lo que pasó. Estaba leyendo algún artículo en internet y abrí la página, estaba colgada la tercera foto para la orgía de letras que se desencadenaba a cada publicación de la esperada fotografía de turno. Ya la había abierto antes, había visto la susodicha imágen antes y aún no encontraba las palabras para escribir.
Esa tarde estaba cansada, después de la prueba del vestido y buscar las invitaciones y todas esas cosas que parecen eternas cuando tienes prisa, -¿prisa de que?- pensé..., tengo ganas de leer.
Ya me había hecho alguna idea para escribir algún poema corto sobre el viento y como acaricia las hojas del árbol en una tarde primaveral, para mí nacían las hojas, en vez de morir... y algo en el monitor me llamó la atención. Me quedé mirando la pantalla, el árbol se movia, debe ser un gift animado que los chicos nos han puesto, un video en vez de imágen pensé, y esque la tecnología así es. Seguía componiendo los versos y me sentía Calderón de la Barca o Becker o el mismo Ruben Darío, la metrica, la metrica... y el árbol seguía meciendose. Me gustaba el ritmo del viento y pensé en dejarles una nota de felicitación por el vídeo que nos habían puesto cuando, por azares del destino -si es que existe el azar- toque la pantalla. Una sensación gelatinosa traspasó mis dedos que se undían através del paisaje que se mostraba. ¡Me cago en la mar salada! ¿qué es esto? Mis dedos estaban llenos de una sustancia viscosa parecida a la pintura acrilica común y corriente, azules, verdes, amarillos, marrones, los colores se mezclaban en mi mano y jugaban a escaparse por entre los huecos.
La fascinación me impedía razonar lo que estaba pasando, el árbol seguía meciendose, las hojas se escurrían sobre él estropeadas por la acción de mis dedos sobre ellas, el cielo se estaba mezclando con el resto de los colores y yo ya no sabía ni que pensar. Esto lo he leido antes, lo he visto en una película, lo he soñado todo pero nunca, ¡nunca me había pasado!
Ya les digo que no recuerdo bien lo que pasó pues después de algunos minutos mis dedos y mi mano y el brazo entero comenzaron a paralizarse, al principio sentía un hormigueo, como una corriente eléctrica que se iba extendiendo por el torrente sanguíneo hasta llegar al pecho que se iba oprimiendo lentamente, mi garganta y mi boca, los oídos y los ojos hasta llegar al cerebro que se contrajo en un pequeño espasmo y me desmayé.
Al despertar me encontraba en la camilla de un hospital, mi novio al lado con la cara que suele tener cuando el mundo se le viene encima y una enfermera que vigilaba constantemente mis signos vitales.
-Nos has dado un susto. -me decía la enfermera mientras me metía glucosa por la sonda insertada en mi brazo.- Descanse un poco más.
Unas 12 horas después (pasé toda la noche en constante vigilancia) salía por la puerta del Hospital Clínico Sn. Carlos del brazo de mi futuro marido con el diagnóstico de Shock Analfiláctico ocasionado por la mordedura de no se que especie de aracnido, pero yo sabía a ciencia cierta que lo que me había pasado es que me estaba digitalizando.
Esa tarde estaba cansada, después de la prueba del vestido y buscar las invitaciones y todas esas cosas que parecen eternas cuando tienes prisa, -¿prisa de que?- pensé..., tengo ganas de leer.
Ya me había hecho alguna idea para escribir algún poema corto sobre el viento y como acaricia las hojas del árbol en una tarde primaveral, para mí nacían las hojas, en vez de morir... y algo en el monitor me llamó la atención. Me quedé mirando la pantalla, el árbol se movia, debe ser un gift animado que los chicos nos han puesto, un video en vez de imágen pensé, y esque la tecnología así es. Seguía componiendo los versos y me sentía Calderón de la Barca o Becker o el mismo Ruben Darío, la metrica, la metrica... y el árbol seguía meciendose. Me gustaba el ritmo del viento y pensé en dejarles una nota de felicitación por el vídeo que nos habían puesto cuando, por azares del destino -si es que existe el azar- toque la pantalla. Una sensación gelatinosa traspasó mis dedos que se undían através del paisaje que se mostraba. ¡Me cago en la mar salada! ¿qué es esto? Mis dedos estaban llenos de una sustancia viscosa parecida a la pintura acrilica común y corriente, azules, verdes, amarillos, marrones, los colores se mezclaban en mi mano y jugaban a escaparse por entre los huecos.
La fascinación me impedía razonar lo que estaba pasando, el árbol seguía meciendose, las hojas se escurrían sobre él estropeadas por la acción de mis dedos sobre ellas, el cielo se estaba mezclando con el resto de los colores y yo ya no sabía ni que pensar. Esto lo he leido antes, lo he visto en una película, lo he soñado todo pero nunca, ¡nunca me había pasado!
Ya les digo que no recuerdo bien lo que pasó pues después de algunos minutos mis dedos y mi mano y el brazo entero comenzaron a paralizarse, al principio sentía un hormigueo, como una corriente eléctrica que se iba extendiendo por el torrente sanguíneo hasta llegar al pecho que se iba oprimiendo lentamente, mi garganta y mi boca, los oídos y los ojos hasta llegar al cerebro que se contrajo en un pequeño espasmo y me desmayé.
Al despertar me encontraba en la camilla de un hospital, mi novio al lado con la cara que suele tener cuando el mundo se le viene encima y una enfermera que vigilaba constantemente mis signos vitales.
-Nos has dado un susto. -me decía la enfermera mientras me metía glucosa por la sonda insertada en mi brazo.- Descanse un poco más.
Unas 12 horas después (pasé toda la noche en constante vigilancia) salía por la puerta del Hospital Clínico Sn. Carlos del brazo de mi futuro marido con el diagnóstico de Shock Analfiláctico ocasionado por la mordedura de no se que especie de aracnido, pero yo sabía a ciencia cierta que lo que me había pasado es que me estaba digitalizando.
Sent by Fernanda Milan
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