Esta es una tarde de pies, manos y narices heladas
Una tarde así nos volvimos a ver. Una tarde así hablamos de lo que nos había vuelto a reunir, de tu inmensa felicidad, de mi increíble desventura. Ya no hubo entonces el abismo de distancia que un día nos separó, porque tú habías dejado de ser mi "stalker" personal, y yo había dejado de ser la niña boba que te tenía miedo.
También una tarde así de fría y azul era la de mi sueño. ¿No te dije sobre ese sueño? Soñé que, por una razón que aún desconozco, que ni siquiera logro imaginar, te besaba. Y te besaba tanto, que después ya no sabía cómo parar. Es curioso cómo una en sueños, es capaz de cosas que jamás se atrevería a hacer en la realidad. La vida es curiosa. Y furiosa, también es furiosa.
Pues ésta tarde helada, se me están congelando los pies metidos en mis tacones más altos. Y tiemblo pero no sé si de frío o de rabia. Esta tarde a tí ya no te importa si me puse vestido, o si me dejé el cabello suelto, y no puedes enojarte por mis chistes irónicos sobre tu absurdo temor a ser descubiertos. No me vas a hablar, ni te vas a reír, ni vas a buscar mil formas tontas de describir mi boca. Hoy no me has visto, ni tienes para mí un guiño, una caricia, o una risa de complicidad. Tú estás ahí, vestido todo de negro, con tu cara seria que odio.
Yo también estoy vestida de negro. He estado de luto desde la tarde -la más fría de todas- en que me dijiste, entre bocados de crepas de manzana, que ibas a casarte con ella.
También una tarde así de fría y azul era la de mi sueño. ¿No te dije sobre ese sueño? Soñé que, por una razón que aún desconozco, que ni siquiera logro imaginar, te besaba. Y te besaba tanto, que después ya no sabía cómo parar. Es curioso cómo una en sueños, es capaz de cosas que jamás se atrevería a hacer en la realidad. La vida es curiosa. Y furiosa, también es furiosa.
Pues ésta tarde helada, se me están congelando los pies metidos en mis tacones más altos. Y tiemblo pero no sé si de frío o de rabia. Esta tarde a tí ya no te importa si me puse vestido, o si me dejé el cabello suelto, y no puedes enojarte por mis chistes irónicos sobre tu absurdo temor a ser descubiertos. No me vas a hablar, ni te vas a reír, ni vas a buscar mil formas tontas de describir mi boca. Hoy no me has visto, ni tienes para mí un guiño, una caricia, o una risa de complicidad. Tú estás ahí, vestido todo de negro, con tu cara seria que odio.
Yo también estoy vestida de negro. He estado de luto desde la tarde -la más fría de todas- en que me dijiste, entre bocados de crepas de manzana, que ibas a casarte con ella.
Sent By La Princesa
leave a response