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Visage Volé

Frío y triste, como siempre lo fue, frío y triste se mantiene el rostro de Irene en donde todo el que anda puede apreciarlo, superficialmente todos aquellos que observan, o la mayoría de ellos, expresa en palabras la belleza de esta figura, sin saber lo que en realidad esconde.

El miedo la tenía alejada del mundo, aquel mundo al que denominaba 'exterior', dependía de tres personas en las que depositaba una muy pequeña parte de lo que en ella había de confianza, dudaba también de ellos, aquellas figuras que colgaban de los extensos muros y de los otros que reposaban en exhuberantes vitrinas de cristal cerradas siempre bajo llave; ¿pero qué tenían estás figuras que en ella provocaban desconfianza? ¿por qué no solamente se deshacía?... estaba obsesionada, si, obsesionada con aquellas máscaras de rostros profundamente tristes, sólo un poco más de lo que se grababa en su propía faz.

No era temor, al parecer, era egoismo, el más puro que nadie pudo conocer jamás; nunca se atrevió a salir de esa trinchera, ya que fuera había algo que ella envidiaría de los demás: felicidad... alegría... todo aquello que parecía una conspiración de la humanidad en su contra. Por lo que nadie entonces podía ser menos triste que ella; esos rostros siempre tristes lograban una evasión a su realidad innegable.

Aquellos tres sirvientes, de rostros pálidos, casi cadavéricos, no aparecían frente a Irene a menos que fuese menester. Ahora era una de esas ocasiones, un sonido lúgubre anunciaba que algún atrevido había llamado al gran portón. La mujer, oculta tras una elegante cortina escuchaba algo poco común: risa... una risa que a ella le parecía que incendiaría el oscuro lugar si seguía con tal estridencia y de inmediato la llamo; una hermosa niña de no más de doce años le ofrecía algo a lo que no le dio importancia alguna, sino que observaba atentamente su rostro, era algo que le enfermaba...

La pequeña tomo asiento en un hermoso sofá de terciopelo y al ver aquellas miradas inertes que yacían en cada rincón, su sonrisa se fue desvaneciendo lo que provocó en Irene el dibujo una sonrisa muy tenue, extendio su mano izquierda hacia el haz de aquella joven criatura quien sólo alcanzó a proferir un breve sonido agudo seguido de el objeto que caía de sus manos y provocaba un melancólico y terminante sonido.

Un inocente cuerpo reposa sobre una vieja alfombra, mientras una mujer abre una vitrina y coloca una de sus nuevas adquisiciones, aun no tan triste como ella... "es cuestión de tiempo" múrmura mientras obsequia a uno de sus sirvientes una máscara vieja y maltratada que él ha de vender, en algún lugar desconocido para Irene.

Es bella... si, probablemente lo sea viéndolo simplemente como un pedazo de 'material para hacer máscaras', alguna vez tu rostro también será apresado y en poco tiempo tu insondable sufrimiento será expuesto a los fríos juicios ajenos en donde todo tu dolor se resumirá en una irónica y triste frase: "que bonita máscara".

Sent by Aleck

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