Habia una vez...
Había una vez, en un país muy, muy lejano, un príncipe y una princesa.
Pero ellos nunca se casaron, ni tuvieron hijos, ni fueron felices por siempre. Nunca se dieron el primer beso de amor, ni sortearon todo tipo de adversidades con el único fin de estar juntos, ni pelearon contra hechiceras, ni magos, ni nada.
Resulta que el príncipe se casó con la malvada bruja y la princesa con el dragón, y punto.
Pero, ¿cómo ocurrió todo ésto? Bueno, el príncipe sucumbió ante los inminentes encantos físicos de la malvada bruja, quien, por si acaso, aún conservaba la fórmula de la posión mágica para envenenar manzanas. Pero no debía preocuparle nunca perder a su encantador príncipe azul, porque ella era no sólo una gran cocinera, sino también una excelente amante y experta en el difícil arte de embaucar. Al príncipe le encantaba ver a "malvadabruja" subida sólo en un par de preciosas zapatillas de cristal.
¿Y la princesa? Bueno, su caso no fue tan delicioso como el de "príncipeazul". Ella paseaba un día por los bosques del castillo, cuando vio a un sapo que le pidió un beso. Ella se lo dió y, acto seguido, el sapo se transformó en un enorme dragón que la tomó entre sus temibles garras y la encerró en su castillo, y la puso a lavar platos, cocinar grandes festines para sus amigos, fregar pisos, lavar ropa y un largo etcétera que durará hasta la eternidad del por siempre jamás.
¿Y el final felíz? Pues está en otro cuento. Porque nadie dijo que la vida tenía que ser perfecta y porque la realidad es así, un demonio escondido en una cajita musical.
Pero ellos nunca se casaron, ni tuvieron hijos, ni fueron felices por siempre. Nunca se dieron el primer beso de amor, ni sortearon todo tipo de adversidades con el único fin de estar juntos, ni pelearon contra hechiceras, ni magos, ni nada.
Resulta que el príncipe se casó con la malvada bruja y la princesa con el dragón, y punto.
Pero, ¿cómo ocurrió todo ésto? Bueno, el príncipe sucumbió ante los inminentes encantos físicos de la malvada bruja, quien, por si acaso, aún conservaba la fórmula de la posión mágica para envenenar manzanas. Pero no debía preocuparle nunca perder a su encantador príncipe azul, porque ella era no sólo una gran cocinera, sino también una excelente amante y experta en el difícil arte de embaucar. Al príncipe le encantaba ver a "malvadabruja" subida sólo en un par de preciosas zapatillas de cristal.
¿Y la princesa? Bueno, su caso no fue tan delicioso como el de "príncipeazul". Ella paseaba un día por los bosques del castillo, cuando vio a un sapo que le pidió un beso. Ella se lo dió y, acto seguido, el sapo se transformó en un enorme dragón que la tomó entre sus temibles garras y la encerró en su castillo, y la puso a lavar platos, cocinar grandes festines para sus amigos, fregar pisos, lavar ropa y un largo etcétera que durará hasta la eternidad del por siempre jamás.
¿Y el final felíz? Pues está en otro cuento. Porque nadie dijo que la vida tenía que ser perfecta y porque la realidad es así, un demonio escondido en una cajita musical.
Sent By La Princesa
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